El lunes estuve hablando con una amiga. Han añadido un nuevo miembro a su familia, un cachorro de tres meses que por las noches no deja de llorar, y me preguntaba qué podía hacer. Les habían recomendado aguantar sus lloros diciendo que ya se acostumbraría. Es cierto. Es un método que funciona. También con los niños. Pero ni con bebés humanos ni con bebés caninos es algo con lo que yo comulgue.
Pensaba escribir un post convencional de consejos, como los que he escrito con frecuencia en este blog, pero ya que mi conversación con ella transcurrió en formato chat, he decidido dejárosla en forma de diálogo:
Ella: Lleva tres noches en nuestra casa y no para de llorar y a mí rompe el corazón escuchar sus llantos.
Melisa: Dadle muchos mimos, mucha compañía.Ella: ¿Pero por la noche qué haces?
Melisa: Podéis ponerle un peluche con la ropa usada de alguno de vosotros. Cuanto más sucia mejor. Y si tenéis que dormir con él los primeros días, no pasa nada. Luego se podrá acostumbrar a dormir solo si eso es lo que queréis.
Ella: ¿Sí? ¿En serio? A nosotros nos insistieron en dejarlo solo aunque llore.Melisa: No lo hagáis. Es un bebé al que acaban de separar de sus hermanos y su mamá. Para un perro, que son animales sociales, de camada, es antinatural estar solos. Sobre todo tan pequeños. ¿Dejarías a un niño solo llorar hasta dormirse de puro cansancio? Hay quienes lo hacen. Claro que acaba funcionando, acaban aprendiendo que pedir consuelo no sirve de nada. Y tú aprendes a hacerte más insensible al sufrimiento ajeno. Yo prefiero la teoría de atenderles, de hacerles la transición fácil. Igual que los niños humanos acaban durmiendo solos, a un perro también le podrás enseñar con facilidad. Por ejemplo, mi perra en mi casa anterior se subía en al sofá en la nueva no la dejamos, no tardó ni tres días en pillarlo. A un perro no se le puede consentir que sea dominante, la agresividad a humanos o animales. Eso nunca. ¿Pero cómo no entender y consolar el sufrimiento?
En las imágenes dos de los cuatro cachorros tirados a un contenedor de basura. Los llantos alertaron a una vecina que pudo sacarlos de allí.
Ahora se encuentran en una casa de acogida, son cachorritas muy felices, juguetonas. Pilla es la mas despierta y nerviosa, Lisa es mas tranquila. Sus hermanos aún tienen secuelas y una de ellas está ingresada con suero, las lombrices los han destrozado por dentro. Por ahora los dos se van recuperando poco a poco.
Ambas necesitan de un hogar. Están en Los Barrios (Cadiz) pero se envían a cualquier provincia.
Contacto: huellasgaditanas@hotmail.com